miércoles, 30 de mayo de 2012

Figo el aristogato

Como les comenté en la historia del hueco y el cuchillo en la casa de mi mami viven un perro (Arturo), una gata (Frida) y un gato (Figo). Vivía una tortuga (Toni), pero la pobre ya está en el cielo de las mascotas con mi primera perrita (Coki) de ambos hablaré más adelante por su puesto, porque hay anécdotas para todos y en todos los tiempos.

Figo es un gatito que encontró mi hermana en la garita del guardia de su oficina.  Su mamá acompaña a los guardias durante el día y en la noche correteaba con su novio, tuvo un embarazo tranquilo, pero justo después de parir fue atropellada, dejando a Figo y sus hermanitos huérfanos.  Mi hermana pasaba por la garita y vio un gatito tomando sopa en un plato pequeño, que le compartían los guardias del almuerzo que recibían, con mucha pena notó que no estaba siendo bien alimentado así que les preguntó si se lo podía llevar a su casa para brindarle un mejor cuidado.

Es un gatito blanco con manchas amarillas, hijo de padre y madre desconocida, llegó a la casa de mi hermana para hacerle compañía.  Ella estaba atravesando una mudanza de país y su esposo se le había adelantado por unos meses para poder tener todo listo hasta que ella vaya, así que esta bolita de pelo, flaco y de piernas largas, llegó a su vida como un milagro para hacerle compañía, muy oportuno también, porque mi cuñado es alérgico a los gatos, por ende si lo hubiese encontrado cuando él estaba ahí, hubiesen tenido otro problema que resolver, ¿qué hacer con el gato?, pero no fue así, por ende el gato se ganó una suite y una roommate.

Mi hermana siempre ha sido muy amorosa con los animales, lo alimentó y llevó al veterinario, si mal no recuerdo se intoxicó una vez por andar jugando en el jardín y lo tuvo que internar, desde ahí a ella no le gustaba que salga al patio, pero el problema es que el gato era trepador. Así que escaló todas las telas metálicas de su casa, que era donde lo encontraba cuando llegaba del trabajo.

Se acercaba el momento de que mi hermana viaje y con ella, Figo tuvo que buscar otra casa, no sé si mi mami aceptó o se resignó, pero el gato terminó en su casa, como el perro que yo recogí (hermanas al fin y al cabo), y con Frida (a quién recogió mi mami, de tal palo...). Frida es bastante territorial, teníamos miedo que le dé una paliza al verlo, ya saben lo que le hacía al pobre Arturo y él es el triple de su tamaño.

Figo vivió en el cuarto de mi mami, creo que un mes y para limpiar el cuarto de mi mami, abrir la ventada etc., lo cambiábamos a mi cuarto.  Entonces era todo un ritual, saca a la gata, abre la puerta, la gata lloraba por entrar a la casa, cambia al gato a mi cuarto, entra la gata, la gata se metía a toda velocidad al cuarto de mi mami buscando al intruso, se limpiaba el cuarto de mi mami, la gata daba vueltas por el cuarto, olía la puerta de mi cuarto, notaba que el inquilino está ahí y se iba a dormir al cuarto de mi mami. Teníamos que esperar a que la bebe salga del cuarto de mi mami para cambiar al gato y así fue, casi todos los días.

Un día, la gata se metió por la ventana y nos sorprendió cambiando al gato del cuarto.  ¿Han escuchado la expresión de "me cagué del susto", bueno eso le pasó a este pobre gatito. Literalmente. Así que ese día a la rutina se le agregó, saca a la gata, limpia al gato, ... etc.

Yo había empezado a sacar la camita de Figo a la sala para que Frida la huela y vise versa, para que por lo menos se vayan conociendo olfativamente, pero aún no tenían la presentación formal.

Mi mami estaba ya con tos, porque siendo Figo menos peludo que Frida, bota más pelo y al parecer le estaba causando una reacción alérgica, así que teníamos que ver la forma de hacer que los gatos compartan el patio, que Frida le presente a Arturo, que todos sean amiguitos y que en el mundo de los humanos regresen las cosas a la normalidad sin cuartos con puertas cerradas y gatos encerrados.

Decidí dejar la puerta ligeramente abierta, para "accidentalmente" presentar a los gatos, Figo caminó lentamente hacia la puerta y la verdad no lo vi salir, pero noté que la puerta se abrió, salí de puntitas (ilusa yo como si un gato no sabe lo que sucede) y con la jarra con agua en la mano (en caso de emergencia y separación) me puse a buscar a los gatos, Figo había entrado a mi cuarto y Frida estaba durmiendo en mi cama, casi me da un infarto al ver cómo los dos se iban acercando nariz con nariz, muy importante los dos con la mirada clavada en el otro, Frida desde la cama miraba hacia abajo a Figo y él movía la naricita como un conejo olfateando a la matriarca de la casa.

Ella le decía "¡Ajá! Hasta que me diste la cara, ¡cagón!" y él le decía "¡Hola pasaba por aquí y me pareció haber visto una linda gatita!".  Claro, Figo ya había tenía su conversación ventana con ventana con Arturo, conversación de machos y él lo había puesto al tanto de que Doña Frida era un poco temperamental, así que como buen macho galán, no le quedó otra que hacerse el tonto.

Se vieron por minutos, aunque para mí fueron horas y cuando Frida dijo "Ok, puedes quedarte". Él intentó subirse a la cama para dormir juntos una siesta, sólo por intentarlo, Frida levantó su patita y le dió un sólo cocacho a Figo, él entendió perfectamente la razón del golpe y no pasó a mayores.  Mientras tanto,  Frida acomodó su rabo para hacerse una sola bolita en la cama y antes de cerrar el ojo (porque el otro ya lo tenía  cerrado) murmura "Dije que podías quedarte, no que podías acompañarme".

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